
El pintor, calígrafo y teórico del arte Dong Quichang (1555-1636), sostenía que el hombre chino mostraba su conocimiento de la naturaleza a través del paisaje: El arte como ejercicio espiritual. Y el objetivo no era representar la apariencia textual, sino que era un modo de percibir el orden interno y el fluir del mundo.
Esa energía primordial cobraba forma visible en la pincelada.
Ciertos pintores como el artista del siglo XIV Wu Zhen, eran maestros expresando las formas y la esencia vital de la planta de bambú, y algunos (incluido Xia Chang), se especializaron en este tema y añadían un poema. Los caracteres del texto eran parte integral de la imagen.
Analizaron las pinceladas secas, las húmedas, esos "cortes de hacha" que hacen con el lateral del pincel, y un escritor de arte de la dinastía Ming, clasificó no menos de veintiséis formas de pintar piedras y veintisiete de evocar las hojas de los árboles.